Esos momentos en los que mas que por amor propio, por salud mental y emocional aunque el corazón siga gritando SÍ, es necesario cambiar de rumbo.
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste… No sé si te quería…
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho… no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí…
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
José Ángel Buesa
1910-1982
si la despedida es por conservar la salud mental y emocional, vale la pena! 🙂 vive el momento, intensamente 😦 ;)!… y muévete a otro lugar mejor, cada inicio, trae un nuevo comienzo.
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